Después de la instauración y caída de varias dinastías de corta duración, en la década de 1630 la dinastía alauita impuso un dominio completo que sigue firme en la actualidad. A finales del siglo XIX se introdujeron los comerciantes europeos. Surgió entonces el interés de Francia y España por invadirlo debido a su situación estratégica y a su riqueza en recursos comerciales. Los franceses vencieron y ocuparon prácticamente el país entero en 1912; España mantuvo un pequeño protectorado costero y Tánger fue declarado territorio internacional.
El mariscal francés Lyautey respetó la cultura árabe y construyó nuevas urbes en sus proximidades. Convirtió Rabat en la capital y potenció el puerto de Casablanca. Hacia la década de 1930 más de doscientos mil franceses habían formado su hogar en Marruecos. Durante la Segunda Guerra Mundial las fuerzas aliadas utilizaron el país como base desde la cual expulsar a los alemanes del norte de África.
Una vez finalizada la guerra, el sultán Mohammed V creó un partido independentista que finalmente aseguró la independencia marroquí en 1956. Durante el proceso se reclamó Tánger, pero España se negó a entregar las ciudades norteñas de Ceuta y Melilla, que hasta hoy permanecen como el último bastión español en África.